domingo

En ZaPaTiLLaS

Y al llegar a casa, que en lo modesto procede hacia un todo,
con sus tapias blanqueadas y el jacarandá recto,
quise regresar,
fundirme en esas vacantes del tiempo sin columna ni medida,
la perdurable esterilidad como la vida o el amor,
ese combate por la fe que aún conservo
y no sé de donde surge.
Entre la hilera de longevas casuarinas
vociferaban los chimangos sus llamados,
planeando lánguidos y a contraviento.
Días y más días, nada más hubo en cabestrante sino ecos,
las acrobáticas curvas y el oscuro resplandor de los chillidos
arrojados al ocioso cielo nuevo.
Sólo en la noche comunicada, junto a la lagartija
y los espectros de la brisa pegando en las mirillas,
cautiva, apresada entre trabas gastadas
por la herrumbre del tiempo,
detrás de los hollejos de la mica manchada,
igual a una caricia
o a la chorreada mirada almacenada para siempre en la memoria,
muy manso se encendía un fuego sumergible.